IV DOMINGO (14 de marzo de 2021)
· 2 Crón 36, 14 – 16. 19 – 23. La ira y la misericordia del Señor serán manifestadas en el exilio y en la liberación del pueblo.
· Sal 136. ℟. Que se me pegue la lengua al paladar si no me acuerdo de ti.
· Ef 2, 4 – 10. Muertos por los pecados, estáis salvados por pura gracia.
· Jn 3, 14 – 21. Dios envió a su Hijo para que el mundo se salve por él.
En aquel tiempo, dijo Jesús a Nicodemo:
«Lo mismo que Moisés elevó la serpiente en el desierto, así tiene que ser elevado el Hijo del hombre, para que todo el que cree en él tenga vida eterna.
Porque tanto amó Dios al mundo, que entregó a su Unigénito, para que todo el que cree en él no perezca, sino que tenga vida eterna.
Porque Dios no envió a su Hijo al mundo para juzgar al mundo, sino para que el mundo se salve por él.
El que cree en él no será juzgado; el que no cree ya está juzgado, porque no ha creído en el nombre del Unigénito de Dios.
Este es el juicio: que la luz vino al mundo, y los hombres prefirieron la tiniebla a la luz, porque sus obras eran malas. Pues todo el que obra el mal detesta la luz, y no se acerca a la luz, para no verse acusado por sus obras.
En cambio, el que obra la verdad se acerca a la luz, para que se vea que sus obras están hechas según Dios».
Palabra del Señor
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