II DOMINGO (28 de febrero de 2021)
· Gén 22, 1 – 2. 9a. 10 – 13. 15 – 18. El sacrificio de Abrahán, nuestro padre en la fe.
· Sal 115. ℟. Caminaré en presencia del Señor en el país de los vivos.
· Rom 8, 31b – 34. Dios no se reservó a su propio Hijo.
· Mc 9, 2 – 10. Este es mi Hijo, el amado.
En aquel tiempo, Jesús tomó consigo a Pedro, a Santiago y a Juan, subió aparte con ellos solos a un monte alto, y se transfiguró delante de ellos. Sus vestidos se volvieron de un blanco deslumbrador, como no puede dejarlos ningún batanero del mundo.
Se les aparecieron Elías y Moisés, conversando con Jesús.
Entonces Pedro tomó la palabra y le dijo a Jesús:
«Maestro, ¡qué bueno es que estemos aquí! Vamos a hacer tres tiendas, una para ti, otra para Moisés y otra para Elías.»
No sabía qué decir, pues estaban asustados.
Se formó una nube que los cubrió, y salió una voz de la nube:
«Éste es mi Hijo, el amado; escuchadlo.»
De pronto, al mirar alrededor, no vieron a nadie más que a Jesús, solo con ellos.
Cuando bajaban del monte, les ordenó que no contasen a nadie lo que habían visto, hasta que el Hijo del hombre resucitara de entre los muertos.
Esto se les quedó grabado, y discutían qué quería decir aquello de resucitar de entre los muertos.
Palabra del Señor
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